La Casa de Piedra
La historia de Lino Bueno, el hombre que abrió su casa en la roca, puede llegar a convertirse en leyenda a poco que la vida se estire durante unos siglos más. La realidad que uno tiene ante sus ojos en la Casa de Piedra de Alcolea del Pinar es todo un espectáculo de pesadilla por salirse fuera de las más elementales normas de esa lógica, discutible, con que nos movemos por este mundo nuestro.
La obra de Lino Bueno es todo un desafío a lo imposible y una demostración valiente de lo que el hombre es capaz de hacer cuando se entrega a su ideal en cuerpo y alma.
Con esa llama y ese tesón, que a una ópera de Wagner o a un trabajo de Hércules podría echarles un pulso, un hombre de nuestra tierra se hizo una casa. La necesidad de su familia le punzó las manos, y el rizo ilustre de sus dotes le animó a conseguir un buen ejemplo, una muestra universal de lo que aún no sabemos si clasificar de arte, de sinfonía o de locura. De una consecución sublime sí, y, en todo caso de un ejemplo digno y perdurable de lo que alcanza la fe y el trabajo del hombre.
Lino Bueno Utrilla nació un 24 de junio de 1853 en Esteras de Medinaceli, en la provincia de Soria y según sus propias palabras; “…era palero, de esos que hacen acequias” .
Se casó con Cándida Archilla con la que tendría 14 hijos, más uno que Cándida tenía de su anterior marido fallecido.
En 1907 cuando tenía 54 años de edad llega a la convicción de que puede excavarse en un peñón una vivienda donde poder vivir.
Acuciado por la necesidad solicita la cesión al ayuntamiento, éste se la concede en principio sin tomarlo en serio y comienza a picar, algo que deja perplejos a los vecinos de Alcolea del Pinar.
La esperanza de vida por aquel entonces era de 60 años, y Lino comienza a picar en su tiempo libre, o como decían entonces: "a ratos perdidos", ya que en sus tiempos la jornada era de sol a sol, no había jornada laboral ni horario reducido. Lino picaba en esos ratos cuando el cansancio no hacía mella en su gran fortaleza física.
El peñón que escoge era de los más grandes de la zona, pero en aquel entonces algo apartado del pueblo. La roca es caliza aunque pueden distinguirse en ella diferentes vetas: algunas blandas como la arenisca o rodeno, la piedra de afilar y otras más duras como el gabarro.
Tras conseguir picar la primera habitación se traslada a vivir con su familia a la roca, en un espacio poco más grande que una cueva realizan la vida cotidiana, ya no abandonaría jamás su nuevo hogar.
Generalmente picaba de noche, ayudado por su mujer que le iluminaba con teas y candiles, utilizando como única herramienta el pico. Nadie sabe a ciencia cierta cuantos picos llegó a utilizar y decir un número aproximado son meras especulaciones.
Por supuesto, todo el mundo se rió de él. Ignoraban que Lino tenía sangre Soriana en sus venas.
Con el paso de los años la casa comienza a tomar forma, pero no nos engañemos, en un principio nada era un salón o una cocina, ni cada habitación tenía una función específica, eso vendría mucho tiempo después, pues con una familia tan numerosa había que aprovechar el espacio de la mejor manera posible.
Sin embargo Lino no quería una cueva, él deseaba un hogar y por eso abría puertas o ventanas en cada habitación para llevar la luz natural al interior de la roca, algo muy importante en su época, pues Lino no conoció la Casa de Piedra con luz eléctrica, esta llegaría en los duros años de la Guerra Civil. Así el viajero cuando visita la casa de piedra espera encontrar una caverna, pero no. Nadie sentirá sensación de agobio o de claustrofobia, pues sus techos son elevados, y las habitaciones grandes, dando una sensación de amplitud.
Hay que tener en cuenta que Lino medía 1'60m aproximadamente, aunque era hombre de espaldas anchas y brazo firme. Levantar la altura de los techos suponía tener que trabajar con andamios improvisados: utilizaba dos escaleras y un tablón adosado sobre ellas, colocando el tablón en la posición más "adecuada" para picar.
La obra se ve ralentizada por la chimenea, una de las mayores dificultades con las que se encontró Lino. No podía picar desde abajo, ya que la visibilidad es limitada y a parte el escombro le caía encima.
Lino decide hacer la cabecera desde abajo y el resto del tiro desde arriba. Comienza a picar con una barra de hierro puntiaguda hasta lograr abrir el tiro. Una obra digna de los faraones.
Con la misma barra de hierro realizó el desagüe de la pila que va a dar al patio. Aún los canteros que vienen a visitar la casa se asombran no sólo de la gran fortaleza física de Lino Bueno, sino también de su gran paciencia, perseverancia y de su inusitado concepto de "espacio", “¿ cómo un hombre prácticamente analfabeto podía resolver problemas propios de arquitectos con tanta facilidad?”
Tras la cocina y la recocina realiza la cuadra, la habitación más honda de toda la casa de piedra, allí la temperatura es más húmeda y fresca, a diferencia del resto de la casa que mantiene una temperatura siempre constante si se tiene cerrada.
Para cuando está terminado el dormitorio, y cuando la cesión de la roca empieza a ser cuestionada por el Ayuntamiento, negándose éste a la realización de las escrituras, Lino, ante un más que posible desahucio, decide comunicar tal injusticia al Rey Alfonso Xlll , primero intenta sin éxito hablar con el en Madrid . Después le escribió una carta, que, como en los cuentos , tuvo final feliz, Lino recibe la mayor alegría de su vida, pues con la casa prácticamente acabada y tras veinte años picando recibe la visita de su majestades Alfonso Xlll, la reina Victoria Eugenia y del General Primo de Rivera, el Jefe de Estado en aquella época. Asombrados por la labor de Lino Bueno deciden crear el galardón del mérito al trabajo y le conceden la condecoración de la medalla de bronce en el trabajo, premio a su gran proeza y recompensa a todos sus esfuerzos, en 1929 se la otorgan, tras 22 años de duros trabajos, y lo más importante exigen para Lino la propiedad de la Casa de Piedra.
Durante la vistita el Rey Alfonso preguntó a Lino que de qué vivía, y como Lino debió contestar que a veces del aire, otras de la lluvia y siempre de picar su casa, le concedió el gran favor de hacerle peón caminero, para que en adelante ya no trabajara, y que junto con la medalla le otorgó una pensión vitalicia de una peseta diaria.
Seis años después en 1935 moría este gran hombre, el 24 de junio de 1935, el mismo día que cumplía 82 años, picaba a las 22:00 de la noche y a las 00:00 moría, le diagnosticaron un derrame cerebral.
Él se fue, pero nos ha dejado a todos nosotros un legado muy difícil de olvidar.
Una vez fallecido Lino, estalló la Guerra Civil Española y la casa fue disputada por los dos bandos ya que estratégicamente es una fortaleza natural, impasible a las armas de la época, y fue utilizada como polvorín y refugio ocasional.
Una vez acabada la Guerra, la Casa de Piedra volvió a pasar a los herederos, que de los quince hijos solo sobrevivieron tres. Dos de las hijas vivieron hasta finales de los años 80 en la Casa de Piedra y recibieron entre otras de las múltiples visitas ilustres la visita oficial en 1978 de S.S.M.M. Don Juan Carlos I y Doña Sofía que quedaron perplejos ante la gran obra.
La Casa de Piedra además ha recibido multitud de visitas ilustres de personalidades de todas las índoles (políticos, artistas, escritores) y ha salido en multitud de publicaciones de prensa y televisión a nivel local , nacional e internacional.